Mi madre

Hay tres cosas que no se pueden elegir; el lugar donde se nace, el momento en el que esto ocurre y la familia,
y estas tres cosas determinarán tu vida-a ti, o sea, que la vida en sí no se puede elegir. Te toca y te toca. No hay otra.
No se puede luchar contra la genética, ni el tiempo ni sus circunstancias.

Antes de nacer no se qué haría en la barriguita de mi madre, qué pensaba, qué imaginaba...... los recuerdos se empiezan
a quedar guardados en la cabecita de los niños a partir de los tres años. Antes de nuestros primeros mil días de vida, la
memoria no ha empezado, no existe.

Tengo recuerdos de mi infancia, feliz, jugando en la calle al elástico, a la rayuela, al pollito inglés o al juego del pañuelo o
la soga.....cuando el aire nos daba en la cara, cuando la libertad aún formaba parte de la vida de los niños, cuando no
estábamos intervenidos y éramos silvestres, cuando nuestra inteligencia humana no nos la habían cambiado por la artificial,
cuando no nos habían sustituido por máquinas, cuando el ADN y la sangre importaban más que la fibra óptica.
Cuando estábamos vivos de verdad.

Probablemente cuando aún no había salido del cuerpo de mi madre, estuviese buceando como una nadadora novata
imaginándome cómo sería el mundo, sus colores, su olor........ y me tuve que imaginar, seguro, como sería mi madre por
fuera, porque por dentro ya sabía como era ( ¿Hay algo más puro que salir de dentro de alguien? ).

Posiblemente le pedí a la vida desde allí adentro que me tocase la mejor madre del mundo porque me lo terminó concediendo.
Dicen que si le pides a la vida, al universo cosas, este te las da.