El hundimiento

Después del hundimiento,
el flote.

Me he descubierto. En
la superficie, ya
me encuentro a salvo, sin embargo,
cosas de la vida,
ahora pernocto en una casa de un barrio
marinero.

Me lavo la cara con
el agua
que llega hasta la puerta. La puerta
donde
cuelga un buzón
donde
anoche me dejaste una carta
escrita a mano.

Me preguntas qué es para mi el amor.
¿Quieres que te hable de
amor?

No somos (de) nadie. No hay propiedad.
Cada uno es de uno. En el amor
no hay cadenas. Podemos
volar.

No se trata de escaparse, se trata
de que-darse.