00:00

Cada noche tengo malas tentaciones.

Es la hora final.
A las 00:00 
recibo una llamada en mi móvil:

-Si?
-Soy yo, el Diablo. Bájate.

Con mi botella de Marqués de Riscal
envuelta en una bolsa
de plástico verde manzana
me monto en el ascensor,
le doy al  -1 
y bajo hasta el último estrato,
el subterráneo,
del bloque número tres
del edificio príncipe.

Y Allí está el capullo,
sentado en una hoguera,
cada vez con más pelo,
y con los dientes más grandes.

-Es la hora final -
me dice.
-Así que déjate de rollos
y abre la botella
que aquí solo bajan 
las almas de los pecadores-.

Soy una pecadora.
Lo sé.

Puse un mix de youtube
de Janis Joplin
en el iphone
y me quité la ropa.
Me quedé en bragas 
y sujetador.

Hay personas a las que
no puedo escuchar vestida.
Las tengo que recibir desnuda,
inmediata,
sin vergüenza,
p u r a.

Hablamos 
de ruinas y destrucciones,
de S E X O 
y de mi sobreeX(c)ESO de óvulos.
A este paso soy capaz 
de convertirme en hermafrodita
y quedarme preñada 
en una de mis pajas.

Anoche no creía en Dios.
No estaba con él sino contra él.

Soy la Bestia.
Tengo siete cabezas
y diez cuernos.
Y en los diez cuernos
diez diademas.
Soy mujer.
Es normal que sea coqueta
y me guste decorar mis cuernos.

Esta mañana me acordaba
de la borrachera de anoche
por el dolor de cabeza.
He ido directa a la cocina 
a tomarme un sobre 
de Spidifen 600 mg.

Luego he abierto la ventana
(para que se me ventile el alma).
El día estaba como yo,
nublado.

El levante se ha tragado 
la cortina desfasada y sucia
de mi alcoba y, 
como una bandera,
asoma y ondea.

La guerra se acabó.
Estoy vencida.

Que el vecino del salón de enfrente
lo sepa.

Y que no me llame más el Diablo.