La cuerda

Me agarraba a ti,
con la fuerza con la que
se agarra una cuerda
cuando uno decide 
tirarse al vacío 
por un precipicio.

Hace unos días 
decidí echarle cojones al dolor.

Y me tiré.

Pero me tiré hacia dentro,
hacia mi,
sin cuerda,
sin ti.

Y para mi sorpresa,
salí volando,
por encima de todo,
del mundo.

Y fue mío.